See You Later

See You Later


Echando un vistazo a una serie de dossiers presentados a cualquier convocatoria de arte contemporáneo, se puede ver cómo se utilizan con desparpajo y naturalidad términos habitualmente asociados al ámbito de la investigación científica: objeto de estudio, caso, investigación, lectura, prueba, confrontación, rastro… Es precisamente esto lo que encontré durante la revisión de los dossiers presentados a la convocatoria del Premi Miquel Casablancas 2014 organizado por Sant Andreu Contemporani. Con temáticas muy divergentes, el trabajo de Gabriel Pericàs, Joan Benassar, Enric Farrés y El Palomar me interesó especialmente por compartir una serie de rasgos comunes que permiten agruparlos bajo la categoría de investigación artística.

Es un hecho que este tipo de investigación está plenamente instalada en el ámbito artístico como una forma de práctica más. El proceso artístico entendido como investigación, como proyecto en el que se une una búsqueda de saberes existentes con una experimentación. El estudio como laboratorio, la práctica como experiencia, como transferencia de saber.

A partir de la selección de este tema como eje vertebrador del proyecto comenzamos un proceso de trabajo con los artistas con la finalidad de ahondar en su relación con la investigación y en el uso de la publicación de artista como medio de expresión. El proyecto toma ahora la forma de una publicación con un carácter difícil de definir, compuesta por la transcripción de una conversación mantenida entre todos los participantes en el proyecto y por una serie de intervenciones de los artistas a modo de inserts, lo que la sitúa en esa incómoda posición de no ser ensayo ni ser publicación de artista, o ser ambas simultáneamente.

Durante el proceso de trabajo se ha apuntado a una serie de ideas relacionadas de forma más o menos directa con el tema de la investigación artística, obteniendo no muchas conclusiones y sí un montón de reflexiones de carácter provisional. De ahí el título del proyecto, See you later, frase utilizada en inglés para despedirse dejando abierta la posibilidad de un posterior reencuentro, aludiendo al carácter poco concluyente del trabajo aquí realizado.

Una cosa se evidencia durante el proceso: asociamos investigación artística con heterodoxia, con libertad, con trabajo libre y autónomo. Es cierto que hay ciertas singularidades del contexto artístico que se vinculan con la arbitrariedad, con la imprevisibilidad y con la libertad de creación. La investigación artística concede a la discusión una cierta independencia de lo autoritario, en la que la ausencia de normas de evaluación, el carácter lúdico, el aparente desorden, el uso de una lógica propia pueden llegar a ser motivos para una descalificación de los resultados. Se habla de libertad, pero también de disfunción productiva. Existe una epistemología propia del arte, un modelo pseudocientífico, en el mejor sentido del término, en ocasiones cargado de cierto amateurismo. Desde la perspectiva utilitarista, sobrevuela constantemente la sombra del fracaso, de la falta de resultado y por lo tanto de eficacia, la evitación, en ocasiones voluntaria, de respuesta. Se da énfasis a la exploración y a lo procesual. En cualquier caso, existe una dificultad, la de desactivar la ideología que demanda a la investigación resultados concretos.

El arte es entendido en este sentido como productor de conocimiento y la investigación está orientada a la producción y obtención de resultados. El símil con la investigación científica resulta delicado, ya que ésta sólo es válida si produce capital. La investigación científica está insertada en la economía del saber, es heredera del pensamiento y el sentir de la Ilustración, y está al servicio de intereses capitalistas. La investigación artística siente la presión, la obligación de producir resultados y hacerlos visibles a través de la producción artística.

El componente temporal no es anecdótico. La investigación artística se pretende dilatada en el tiempo, ilimitada, libre, bajo su propia lógica, con tiempo para pensar, para desperdiciar. Pero no se puede obviar el yugo de la economía del saber, para la cuál el tiempo es dinero.

Y en cualquier aproximación a la idea de la investigación artística resulta inevitable mirar, no sin cierta sospecha, hacia la educación artística reglada, hacia la formación. El Plan de Bolonia, y en general una pulsión a la sistematización institucionalizada, han llevado a la formación artística a rendirse a modelos académicos determinados, y determinantes, con la finalidad de homologar el arte. La creación de ciclos de grado y máster en los que se exige como requerimiento el acompañamiento del texto escrito es tónica habitual. El texto se erige en validador de la parte plástica y aparece insistente la amenaza de que toda obra de arte sin justificación teórica carece de razón de ser. La crítica y la teoría del arte se han instalado en los talleres de los artistas desde el mismo momento del inicio de su proceso educativo. La educación académica adoctrina en el uso de herramientas propias de la investigación con el fin de generar artistas que lleven a cabo investigaciones, que presenten los resultados en congresos y accedan a un formato de doctorado ajustado a los parámetros de la economía del saber.

He aquí una pregunta, qué hacer con el conocimiento acumulado durante la investigación. En un contexto preeminentemente procesual, compuesto de ideas, el objeto artístico, en un sentido tradicional del término, queda desdibujado en tanto en cuanto no se buscan resultados finitos, sino mostrar instantáneas, momentos, fotos fijas. Son diversas las manifestaciones y actividades a través de las cuáles se establecen representaciones simbólicas de este bien inmaterial. Entre todas ellas, nos fijamos en las publicaciones de artista por la relación histórica de la publicación con el ámbito de la investigación en su vertiente más ortodoxa, por su carácter de reporte. Se utiliza para dar cuenta de los resultados de la investigación o como presentación de hallazgos provisionales, como resultado o como testimonio de algo que está transcurriendo y que se define en su acontecer.

En este contexto de efervescencia de uso de la publicación de artista como forma de manifestación del proceso de investigación, el llamado artista interviene en calidad de creador, de editor, de comisario, de colaborador, de gestor, a veces incluso en todas estas calidades de forma simultánea. Y lo hace en gran medida en busca de un espacio alternativo, al margen de la imposición de la institución. La definición de roles carece de sentido, bien sea como resultado de posicionamiento político consciente o bien como una adaptación involuntaria a la tendencia al modelo dominante de trabajador multitareas, propio del sistema capitalista actual.

El panorama se llena de ambivalencias, de complejas riquezas. Artistas que investigan, investigadores que artistean. La preeminencia de la idea y la desmaterialización del objeto artístico se presenta de forma simultánea a un posible regreso espontáneo al objeto. El artista como comisario, el editor como artista. La publicación digital en contraposición al regreso nostálgico de soportes y formatos.

Y, como resultado de todo esto, la publicación que tienes entre manos. Ejercicio de ensayo y error, finalidad sin fin.

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