The Social Life of Ghosts by Marria Pratts

The Social Life of Ghosts by Marria Pratts


Text for the book The Social Life of Ghosts by Marria Pratts, published by Progresso Books, 2022

I like to think of Marria as one of those bright scarlet capped mushrooms with white spots; just like the ones that appear in some of her works and in her WhatsApp messages and Instagram stories. Magical, unexpected and with an innate ability to grab you by the hand and take you on a lysergic journey full of discoveries. Comforting, beautiful and hypnotic: beneath her, we take shelter from the storm. Strong, too, are her roots. Much like fungal mycelia that communicate with other fungi, plants and trees in a way that is both subtle and emphatic via an organic and underground network formed of mutual care and multiple symbiosis.

Marria’s work is full of presences. Some are fantastical, like her ever-present smileys or friendly ghosts whilst many others are mundane. We see the friends and accomplices who cross her in her path whilst city drifting; from navigating the inhospitable sidewalks of Los Angeles, to the industrial estates of l’Hospitalet whilst on her way to the studio and then as she cruises in her Volvo around Barcelona. As she crosses with these beings, unexpected and disinterested relationships are formed. These intergenerational, intercontextual and interspecies connections appear in her work explicitly or less so. They do so alongside words that repeat on a loop in her head, some of which may well seem insignificant but that are deeply conditioned by the honesty of that which is both every-day and transcendent. It is through these elements that a peculiar ecosystem of layering connectivity is created before which an attentive and sensitive viewer cannot remain oblivious. All these figures found in her work are not merely passive presences. Instead, they are active agents that are both participative and essential to her work.

But what happens there’s an interruption to the network of chosen-family cooperation and to chance-meetings? What happens to the social life of ghosts? In this strange theatre, orchestrated by a state of disappointment, vulnerability appears. The habitable studio is replaced by a reduced domestic surrounding and urban drifting disappears. The beers that were once drank between laughs at shared tables now perform a balancing act in Marria’s belly. The new situation means that new mediums and formats must be used. The body’s movements change in this newly cramped space. A collection of small papers emerges and shows the transparency of the processes, secrets and accidents at play. Between four walls, a biographical fantasy emerges live, acting much like the logbook of a ship at sea.

The papers emanate loneliness, emptiness and claustrophobia. But they are also full of tenderness, humour and a laughter that is somewhat nervous and draped in uncertainty. There are tense figures who stretch out their limbs in a bid to break past the limits imposed by the brick walls. But there are also soft bodies that settle, melted and dejected, into any given corner. One’s gaze becomes insistently fixed on the clock, on the slow passing of time and one acquires a notion of time that has been, until now, unknown and represented only with an intermittent and formal austerity. Marria is persistent in the way that she relies on colour and in the way she uses

With this repertoire, Marria appears to uphold the relevancy of drawing. And despite, or indeed thanks to, its modesty and the simplicity of its execution, reasons for which it is often not a respected medium, Marria rejects such market categorizations. These works are not minor nor are they preparatory. Neither are they so as standalone pieces, nor are they so as the sequential narrative they form after being selected, organised and presented as a collection in this publication. In the same way she does in her huge paintings or neon brushes, Marria once again demonstrates a willful and affectionate pursuit of insistency, never-ending purpose and an opening up of the world. In both form and content, the artist gifts us a unique reflection of the radical experience of liminality and alienation that still surrounds us and that is so lonely and, at the same time, so collective.

La vida social de los fantasmas (Español)

Me gusta pensar en Marria como una de esas setas de sombrero rojo escarlata brillante con manchas blancas; como las que aparecen en algunos de sus trabajos, como las de los emojis de sus mensajes de WhatsApp y sus stories de Instagram. Mágica, inesperada y con la capacidad de cogerte de la mano y arrastrarte a un viaje lisérgico lleno de descubrimientos. Reconfortante, bonita e hipnótica: una quiere refugiarse debajo de ella cuando acecha la tormenta. Y también con unas raíces profundas, similares a los micelios de los hongos, esos que de manera sutil pero rotunda se comunican con otros hongos, plantas y árboles a través de una red orgánica y subterránea de cuidados mutuos y simbiosis múltiples. 

La obra de Marria está llena de presencias; algunas fantásticas, como sus ubicuas caras sonrientes o sus fantasmas amigables; pero también muchas mundanas, las de sus amigos y cómplices, las de quienes se cruzan en sus derivas por la ciudad, paseando por las inhóspitas aceras de Los Angeles, por un polígono industrial de l’Hospitalet de camino al estudio o conduciendo “door-to-door” su Volvo por Barcelona. Atravesada por todos aquellos con quienes establece relaciones inesperadas y desinteresadas. Estas conexiones intergeneracionales, intercontextuales e interespecies aparecen en su trabajo de forma más o menos explícita. Y lo hacen junto con palabras que se repiten en loop en su cabeza, algunas de ellas de aparente insignificancia, pero con esa condición honesta de lo que es cotidiano y a la vez trascendente, construyendo un peculiar ecosistema de conectividad en capas ante el que un espectador atento y sensible no puede permanecer ajeno. Todas esas figuras presentes en su obra no son pasivas, sino agentes participantes y esenciales dentro de su obra. 

Pero, ¿qué sucede cuando las redes de cooperación con la familia elegida y los encuentros accidentales se ven interrumpidos? ¿Qué pasa con la vida social de los fantasmas? La vulnerabilidad aparece en escena en el extraño teatro orquestado por este estado de excepción. El estudio-matriz habitable es sustituido por un reducido entorno doméstico y las derivas urbanas desaparecen. Las cervezas pasan de mesas compartidas entre chascarrillos a hacer equilibrios solitarios en la barriga de Marria. La nueva situación condiciona el uso de unos soportes y formatos determinados. Cambian los movimientos del cuerpo en el espacio que pasa a ser angosto. Surge esta colección de pequeños papeles que hace transparentes los procesos, los secretos, y los accidentes. Se genera una fantasía autobiográfica en directo entre cuatro paredes que funciona como un diario de a bordo. 

Los papeles huelen a chamusquina y a soledad, a vacío y a claustrofobia. Pero también están llenos de ternura y humor, de risa, tal vez nerviosa y bañada de incertidumbre. Hay figuras tensas, que estiran las extremidades en un intento de sobrepasar los límites impuestos por las paredes de ladrillos, pero también cuerpos blandos, que se acomodan derretidos y abatidos en cualquier rincón. La mirada se fija insistentemente en el reloj, en el lento paso de las horas, y adquiere una conciencia temporal hasta ahora desconocida y representada con una austeridad formal intermitente. Pero persiste en su manera de acudir a los colores, de usar las herramientas que tiene a mano, las acuarelas, las ceras, los lápices, los carbones, los trazos, las marcas. El accidente sigue ensayando aquí esa tan particular forma de ofrecernos conexiones espirituales de andar por casa. 

Marria parece reivindicar con este repertorio la relevancia del dibujo, a pesar de su modestia o gracias a ella y a la ligereza de ejecución que favorece la falta de respeto por el soporte, rechazando las categorizaciones del mercado. No se trata de obras menores o preparatorias, ni en su condición individual ni en la secuencia narrativa que forman al ser seleccionadas, organizadas y presentadas como conjunto en esta publicación. De la misma manera que con sus enormes pinturas, sus pinceladas de neón, cerámicas de sobremesa o muebles personificados, vuelve a hacer gala una vez más de su tozudo y afectuoso ejercicio de insistencia, de finalidad sin fin y de apertura de mundo. Y tanto en forma como en contenido nos regala en esta ocasión la excepcionalidad de reflejar esta experiencia radical de liminalidad y extrañamiento que todavía nos ronda, tan solitaria y a la vez tan colectiva.